Aunque la tecnología de rayos catódicos de la televisión existe desde 1897, no fue hasta después de la II Guerra Mundial que se convirtió en un objeto de consumo y desde los años 50 en un medio para influir en la opinión del consumidor, cuando no en un objeto puramente propagandístico. En las décadas siguientes la pluralidad de medios mitigó en parte el papel manipulador, docilizador o consumista de la televisión, pero sin duda siempre ha sido un elemento que ha influido en multitud ámbitos de la vida cotidiana.

Comparado con la diosificación de personas y estilos de vida deleznables que están entre lo peor que ofrece la televisión, parece desmedido que haya tantos críticos al hecho de que muchos músicos hayan lanzado o mejorado sus carreras gracias a la promoción televisiva. ¿Envidia, tal vez?

En cualquier caso, los primeros en alcanzar una propularidad musical ingente con una serie de televisión fueron los Monkees. Se trataba de un grupo de músicos ficticios que querían ser como los Beatles pero nunca conseguían el éxito. Tras ellos llegaron la Partridge Family (conocida en España como “Mamá y sus increíbles hijos”), y ya más tarde “Fama”, “Un paso adelante” o “Hannah Montana”. También están aquellos que no aparecían en las series, pero cuyos temas se hicieron muy populares al ser utilizados como sintonías de cabecera como “Friends” o  “Ally McBeal”, y los los concursos o programas de “telerrealidad” de los que “Operación triunfo” fue pionero en el mundo. Por último mencionar a los que obtuvieron popularidad como participantes o presentadores de programas antes de pasar al mundo de la música, como Justin Timberlake, Christina Aguilera o Britney Spears.

Gracias, televisión

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