El teatro es casi tan antiguo como la civilización y la ópera existe desde el siglo XVI, pero hasta principios del siglo XX no se puede considerar que existe el teatro musical, entendido como una historia en la que se intercalan diálogos con canciones y a menudo con baile.

Jerome Kern fue el primero en incorporar estos tres elementos con éxito en obras teatrales en 1915 pero fue su obra “Show boat” de 1925, en la que a su música se unía un gran libreto escrito por Oscar Hammerstein, la que dio el espaldarazo al gran número de obras y películas musicales que proliferaron durante más de dos décadas.

Durante esta época alcanzaron enorme popularidad los compositores de algunas de las canciones más recordadas de todos los tiempos, como los hermanos Gershwin, Irving Berlin, Cole Porter y Rodgers y Hart, y junto a ellos las estrellas de las películas en las que aparecía su música, como Fred Astaire, Bing Crosby, Gene Kelly o Ethel Merman.

Aunque el teatro musical de la época dorada siempre había incorporado sátira social o política, con el tiempo la sutileza que lo caracterizaba fue desapareciendo mostrando críticas abiertas y describiendo por primera vez violencia en este género, comenzando con “West Side story” de 1957. Para entonces ya había llegado el rock y con él murieron paulatinamente los musicales clásicos, que serían reemplazados por las óperas rock modernas.

La era de los grandes musicales

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