Sol, playa, coches, chicas y diversión, eso era lo que a primeros de los años 60 el público americano relacionaba con California y probablemente la razón principal por la que el estado se convirtió en el más próspero de los Estados Unidos. El primer sonido puramente californiano fue la música surf, que comenzó a finales de los años 50 y alcanzó su auge con Jan & Dean y, sobre todo, con los Beach Boys en la primera mitad de los años 60. A medida que avanzaba la década, los sonidos ligeros y las letras idílicas de un modo de vida aparentemente feliz fueron evolucionando hacia sonidos más maduros y experimentales, llegando a su momento culminante cuando los Beach Boys lanzaron uno de los discos más importantes de la historia de la música popular, “Pet Sounds”, en 1966.

Por entonces estaba madurando otro tipo de sonido de California, el de San Francisco, cuyos primeros abanderados fueron Jefferson Airplane. La ciudad albergaba una gran cantidad de artistas y grupos revolucionarios para el momento, hasta el punto que para los entendidos en música era el equivalente americano al Liverpool de años antes. Pero a diferencia del sonido surf, el sonido de San Francisco ya no hablaba de coches y chicas sino de injusticia racial, de liberación sexual, de antimilitarismo y de consumo de drogas como medio para liberar la mente. Todo ello llegó a su cenit en 1967, cuando tuvo lugar lo que se conoció como “el verano del amor”, un movimiento contracultural y antisistema en el que el más de 100.000 jóvenes de mentalidad hippie  se desplazaron al barrio de Haigh-Ashbury atraídos por la música y la mentalidad liberal de la ciudad. Después de aquello el sonido de California sólo mantuvo su identidad unos años más antes de ser absorbido por otros géneros de rock.

El sonido de California

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