Si los años 60 fueron conocidos como “la década prodigiosa” en España por la multitud de grupos de éxito que surgieron bajo el impulso del pop-rock, con el cambio de década el panorama musical cambió radicalmente. Los grupos más populares de los 60 se habían disuelto y no se produjo la ola de reemplazos que hubiera permitido mantener la buena salud del rock patrio. Sí, surgieron muchos grupos de éxito, pero se trataba de un éxito efímero, pocos ellos duraban más de dos o tres discos, y normalmente eran mucho más poperos que rockeros. Las alternativas españolas a los grupos más duros que arrasaban en todo el mundo, como Led Zeppelin, apenas se escuchaban.

No fue hasta mitad de los 70 que empezaron a cambiar las cosas. Los primeros en tener éxito masivo fueron los representantes del llamado rock andaluz, entre los que destacan Triana, Alameda o Medina Azahara, que combinaban elementos del rock progresivo con sonidos puramente andaluces, como el flamenco. Tras ellos llegó la corriente del rock urbano de grupos como Leño, Asfalto o Topo, con sonidos más cercanos al hard rock, y finalmente llegó una ola de rocancoleros clásicos como Tequila, Mermelada o Moris para cerrar la década.

Y llegaron los 80, y  con ellos un aluvión de grupos que cambiaron totalmente el panorama de la música española, comenzando con la movida madrileña que seguía el mapa de las bandas post punk con Nacha Pop, los Secretos o Alaska, el heavy español de Barón Rojo, Obús o Angeles del Infierno y los revolucionarios anárquicos del rock radical vasco como La Polla, Kortatu o Ertzainak. Pero eso es otra historia.

Rock español
de los 70 y 80

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