Cuando el amor se acaba llega el momento de volver a empezar. A veces la separación acaba de buen acuerdo y cada uno sigue adelante por su lado, otras es traumática. A veces acaba siendo positiva, otras todos salen perdiendo. En la música hay ejemplos de todos estos casos. Con frecuencia hay pequeñas infidelidades y miembros de un grupo hacen cositas de éxito en solitario o con otros, pero luego vuelven al redil y continúan triunfando con su grupo de siempre. Es el caso de Bono, Jon Bon Jovi o Mick Jagger.
Pero aquí vamos a centrarnos en las rupturas. En ocasiones varios de los componentes de un grupo tienen un papel importante en él y al separarse todos ellos tienen éxito en solitario, pero es la excepción. El ejemplo más claro es de los Beatles, en el que los cuatro miembros triunfaron tras la separación, y los Eagles también en menor medida. Sin embargo, el caso más habitual es aquel en el que uno de los miembros del grupo destaca claramente por encima de los demás. En la Creedence Clearwater Revival John Fogerty era el compositor de los temas de éxito, y parte del motivo de su separación fue el deseo de los demás componentes de participar más activamente en la creación de los temas, lo que llevó a canciones de peor calidad. En el caso de las Supremes Diana Ross era la imagen principal del grupo, y aunque continuaron sin ella nunca recuperaron el nivel de éxito. Pero otras veces sí se mantiene la popularidad del grupo tras la marcha de un componente clave, como ocurrió con Lionel Richie y los Commodores, o Amaia Montero y La Oreja de Van Gogh.
Por último un breve epitafio para quienes lo intentaron sin conseguirlo, como Tony Hadley de Spandau Ballet o Holly Johnson de Frankie Goes to Hollywood.
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